El Día Internacional del Trabajo,se vive hoy como una jornada festiva pero nació como una trágica historia donde injusticia y sacrificio se mezclaron para dar lugar a una de las gestas más heroicas por las reivindicaciones laborales.
El 1º de mayo de 1886, hace 123 años, fue el día en que impulsados por la necesidad de acceder a mejores condiciones de trabajo, sindicalistas y obreros anarquistas convocaron en Chicago, Estados Unidos, a una huelga que al día siguiente derivó en un enfrentamiento con el poder estatal, cuyo saldo fue la ejecución de cinco trabajadores.
Los Mártires de Chicago, como los denominó la historia, en realidad fueron ocho activistas condenados en una parodia de juicio y de los cuales tres se beneficiaron con la conmutación de la pena de muerte a que los habían sentenciado acusados por un hecho que no cometieron.
Era un mundo que cambiaba velozmente con la Revolución Industrial y donde derechos laborales como las mejores condiciones de salubridad en el trabajo o la jornadas de ocho horas eran duras conquistas que había que arrancar a fuerza de lucha.
Son ciento veintitres años desde el primero de mayo de 1886. En Estados Unidos de Norteamérica, la historia oficial ignora o minimiza la importancia y sentido de las acciones heroicas hasta la muerte, que realizaron en Chicago los trabajadores, en su mayoría inmigrantes, por la reducción de la jornada laboral a ocho horas y el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros.
Ocultar, con el olvido, el crimen de asesinar a los hombres por sus ideas, no borra la vergüenza de acto tan despreciable. Por ello el mejor tributo que podemos ofrendar a los gestores de una de las luchas más trascendentales por la reivindicación de los derechos de los trabajadores, es refrescar la memoria histórica y recuperar su valor, sobre los hechos y su significado